Pesadilla chapina

Guatemala pasó de la ilusión a la decepción en solo tres meses. Alemania no solo se encuentra alejada geográficamente, sino que ahora empieza dista aún más futbolísticamente de su historia.

Dos jornadas separan al combinado guatemalteco de un nuevo dolor, o bien de la opción de ir a Asia por una oportunidad extra ante Uzbekistán o bien Bahrein. El tercer boleto directo solamente la matemática puede contemplarlo, pero la lógica no.


Y junto a la decepción por perder en Trinidad y Tobago en los últimos minutos (3-2) y no poder ganar en casa ante un equipo "B" de Estados Unidos (0-0), se une el calendario que ahora sí podría marcar diferencia en el último tramo de la competencia.
La próxima jornada los chapines buscarán una proeza en San Luis Potosí ante México, donde un cuadro local, ya calificado al Mundial, seguramente usará a una selección alterna sin varias de sus piezas clave como Rafael Márquez, Jared Borgetti y Pável Pardo.
Sin embargo, aquí juegan varios factores en contra para el cuadro bicolor. Guatemala nunca ha ganado en México, al tricolor la afición nunca le perdonaría que no resolviera favorablemente un juego en casa ante un cuadro centroamericano, y además, las diferencias futbolísticas siguen favoreciendo ampliamente al equipo azteca.
Y luego de ese encuentro, los chapines recibirán para cerrar con broche de oro o cobre a Costa Rica, un rival con el que por las diferencias políticas, deportivas y culturales, existe una rivalidad que por momentos no tiene límite.
Los ticos, virtualmente, asegurados en el tercer puesto, solamente podrían regodearse de la desdicha de su rival, y también tratar de asegurar una vez más la hegemonía que han matizado en los últimos cinco años.

En la misma fecha, los trinitarios visitan a una eliminada Panamá, que lo único que podría conseguir a estas alturas es una travesura que favorezca a otro equipo.
Luego los caribeños recibirán en Puerto España a México, un cuadro que para esa cita quizá ya estará pensando en resguardarse para el Mundial, no querrá arriesgar a sus jugadores en una cancha poco hospitalaria.
La mano del laureado técnico holandés Leo Beenhakker ha servido para que los caribeños saltaran de su tumba para ponerse en la lucha matemática de seguir aspirando a una cita mundialista, donde querrán despedirse futbolísticamente los astros Rusell Latapy y Dwight Yorke, quienes ya han cumplido sus mejores años en las ligas de Inglaterra.
También hay que recordar que el Tri perdió la eliminatoria anterior en Puerto España, y que la hostilidad caribeña no le cae bien, por eso la posibilidad de salvar la tarde con "no perder" agranda las posibilidades de los locales de conseguir un punto que podría darles el cuarto puesto de la CONCACAF. v Ya el técnico de la selección guatemalteca, Ramón Maradiaga, ha probado muchas opciones, y con ello, las pocas alternativas que le quedan hasta el resto de la competencia le complican el camino.
Y aunque el entrenador puede salvar su gestión con haber llevado a la selección al hexagonal final luego de 15 años, el sueño de ir a un Mundial nunca un estratega en Guatemala lo tuvo tan cerca.
Con el pecado llega la penitencia, y aunque este grupo de jugadores llegó con juventud a una etapa bizarra y deseada por mucho tiempo. Y en la misma forma que todos recibieron su porción en el tren del triunfo, ahora todos tendrán que recibir su parte en la repartición de culpabilidades. De momento, la afición de Guatemala, siempre fiel, deberá estar de nuevo apegado a la calculadora, a los altares o bien a la lógica para esperar el desenlace de su selección.
Cristian Echeverría es reportero del diario
La Opinión
de Los Ángeles. Desde 1994 es reportero de fútbol y ha trabajado para varios diarios en Guatemala y El Salvador, así como para la revista
Don Balón
en sus ediciones de España y México. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o de sus clubes.