Una fiesta inolvidable

El estadio de los Gigantes vivió hace muy pocas horas, dos jornadas inolvidables. Las semifinales y final de la Copa Oro, fueron un auténtico suceso, que los aficionados de la zona disfrutaron a pleno. Tres partidos para el recuerdo, con resultados inciertos hasta el pitazo final del árbitro, algunos incluso que necesitaron tiempo extra para su definición.


El numeroso público que se dio cita en ambas oportunidades es una muestra clara del interés que existe en la zona por el fútbol, que en algunas ocasiones no se refleja, como todos quisiéramos, en la actividad local.


Las selecciones de Colombia, aún con ausencias de importancia y Panamá, jugaron con un marco impresionante de público para el medio y lo mismo sucedió con el encuentro entre Estados Unidos y Honduras. Los eliminados cumplieron a pesar de quedar afuera del certamen en el penúltimo escalón y los finalistas, cuando se pensaba que el número de aficionados no sería tan importante, dieron la sorpresa y pusieron más de 30.000 espectadores en las tribunas.


Tratándose de un pequeño país como el centroamericano, con una colonia en la zona no es tan numerosa, la cifra debe considerarse realmente como muy buena. Y Panamá vendió muy cara su derrota, al caer recién en definición por penales, después de haber marrado algunas situaciones muy propicias en el tiempo suplementario, que le hubiesen dado la Copa y la gloria en el torneo.


La definición de la Copa Oro tuvo solo un representante norteamericano, dos Centroamericanos y uno del Sur del continente. Quizás esto no diga mucho, pero si lo analizamos a fondo, podemos encontrar en la presencia de esas selecciones la explicación del por qué de la presencia tan importante de aficionados al estadio.


Todo esto comprueba que el público está esperando buenos espectáculos para concurrir y que si no lo hace en mayor número en la actividad local, es porque no se identifica ni con el tipo de fútbol que se practica, ni con los protagonistas, la mayoría por lógica y como debe ser, del país de origen, pero con algunas contrataciones que apuntan a Europa y África, que en realidad no tienen el apoyo de los fanáticos de la zona. Quizás se esté fallando en la forma de ofrecer el fútbol, aunque esto, por supuesto, no significa desconocer el esfuerzo que los dirigentes locales realizan por tener un equipo competitivo, ni tampoco la calidad de los jugadores, simplemente, que cada comunidad quiere y lo manifiesta, estar representada dentro del terreno de juego.


Estados Unidos impuso finalmente su potencia física y su frialdad en la definición por penales y pudo alzar la copa, pero los aplausos fueron unánimes para los panameños, que sin estar en los cálculos de nadie, le dieron una verdadera sorpresa a la mayoría de los presentes y a los millones que seguramente siguieron el juego a través de la televisión.


El encuentro debe haber dejado algunas reflexiones claras para el entrenador norteamericano Bruce Arena, que no parece encontrar los sustitutos de los Ramos y Reyna en el sector medio y que estuvo lejos defensivamente del orden estilo robot, que ha pregonado el plantel en los últimos años. Apenas la jerarquía del portero Keller, para mi gusto el mejor de todos los tiempos de este país, algún chispazo del talento de Landon Donovan, y muy poco más que no pasase por la lucha de Armas en medio juego, como abanderado del sistema predilecto del entrenador. Recién cuando Brad Davis, que apareció sin muchos argumentos en la selección, remató con éxito el último penal, los parciales respiraron en la tribuna, sin estar convencidos del todo, de la legalidad de la definición del torneo.


Panamá se robó los aplausos y si bien no lo esperaba la mayoría, no nos extrañó a nosotros que hemos visto y comprobado tantas veces, por ejemplo, la personalidad de los hermanos Dely Valdez, Jorge que fue figura en este torneo y Julio que estuvo en el banco, ya casi al final de su carrera. En Panamá, nacen excelentes deportistas, el boxeo lo ha comprobado con Roberto Durán como figura relevante, o el hipismo donde brilló por mucho tiempo Jorge Velásquez y desde luego que el fútbol no es la excepción. Son tan buenos, que apenas llegó el técnico colombiano Cheche Hernández, los acomodó un poco en el terreno de juego y seguramente los tuvo concentrados algunos días, para que con eso alcanzara, sin tener una Liga Profesional estable, inclusive con jugadores que deben realizar otras tareas para ganarse la vida, para darle el gran susto al dueño de casa y estar a un paso de la consagración final.


La Copa Oro dejó un margen muy jugoso y positivo que ojalá se aproveche en toda su dimensión, para bien del fútbol norteamericano que tanto necesita de espectáculos similares.


Robert Sierra, comparte la conducción del programa "Sólo Fútbol" y en las transmisiones radiales del MetroStars por Radio WADO en Nueva York, es un periodista con años de experiencia en Uruguay y en los Estados Unidos. Si quiere hacerle algún comentario, escríbale a Sierramls@yahoo.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.