El color del fútbol

La prestigiosa revista francesa France Football se vistió de lujos en los últimos días no solo para celebrar los cincuenta años de un trofeo codiciado como el Balón de Oro, sino porque en este año el galardonado era nada menos que el popular jugador del Barcelona, Ronaldinho Gaucho, quien por esta época empieza curiosamente a ser comparado con Diego Maradona. La exhibición de Ronaldinho en el Bernabéu en el partido contra el Madrid fue la cereza en el pastel del brasileño que de por sí ya tenía ganadas todas las elecciones hechas por los periodistas para el Balón de Oro. Es un fuera de serie aunque, pienso como Parreira, no deberíamos entrar en comparaciones odiosas con hombres de pretérito en el fútbol como Pelé o Maradona.


Ronaldinho está jugando en una época diferente con estructuras futbolísticas diferentes y con una mediática diferente. Pelé en su momento, Maradona en el suyo y ahora Ronaldinho responden a una época y a una temporalidad. De Pelé a Maradona los cambios tácticos y físicos del fútbol fueron muchos más que los de Maradona a Ronaldinho. Al 10 argentino ya le toco la época de las marcas asfixiantes y de los sistemas con la palabra pressing en el lenguaje del fútbol y por ello un virtuoso de su categoría le venía tan bien al fútbol para poder salir del forzado libreto de las marcaciones.


Hoy Ronaldinho también vive ese flagelo, pero con una preparación física diferente y un fútbol que en los últimos 20 años ha ganado velocidad como producto del impresionante trabajo físico al que son sometidos los futbolistas. Hoy pesa mucho la preparación físico-atlética y las muy promocionadas aunque para muchos poco entendidas pretemporadas. Ahí se empieza a marcar la diferencia y en eso el Barcelona se ha distinguido en los últimos años no solo por su trabajo serio y callado sino por el acierto de las contrataciones pensando en el sistema de su técnico Frank Rijkaard. El holandés sabe lo que tiene en Ronaldinho, pero no se queda ahí. Lo arropa tácticamente muy bien y el equipo entero es una corte ordenada de jugadores en donde nadie pierde su protagonismo a pesar de la superestrella del plantel.


Ronaldinho pasa sin duda por su mejor momento. La FIFA lo acaba de incluir también en la terna para el mejor del Mundo del 2005 y al lado de su compañero Samuel Etoo y del inglés Frank Lampard se disputaran el honor en la Gala FIFA del 19 de diciembre. Claro que no todo es color de rosa en el fútbol y si bien es cierto que Ronaldinho no ha sido víctima del flagelo racista en los estadios europeos, no podemos ni él podrá olvidar su origen étnico que no debería ser tema de nadie a estas alturas del siglo XXI. Pero desafortunadamente un puñado de retrasados en la historia con sus cánticos y arengas en los estadios quieren opacar la alegría del fútbol y ser noticia de primera plana tratando expresar seguramente muchas de sus frustraciones con gritos segregacionistas desde las tribunas de los estadios.


Eso contundentemente no debemos permitirlo por ser una arbitraria agresión contra los derechos humanos contra los que ya debe legislar no solo el fútbol desde los escritorios de la FIFA, sino cada país desde los recintos de sus parlamentarios y diputados. El Parlamento Europeo ya se expresó y como ellos deben actuar los cinco continentes generando medidas contundentes contra las expresiones racistas en los estadios. Cada vez que haya un brote de esta naturaleza en la cancha o en la grada el árbitro debería tener la potestad de detener o suspender un partido con base en una nueva ley que de llamarse seria "abuso racista grave" e inclusive podría existir la suspensión y perdida de puntos por la misma razón legal.


El Parlamento Europeo sugiere igualmente serias sanciones contra federaciones o clubes cuyos aficionados incurran en ofensas racistas y han solicitado que se legisle con la inclusión de la expulsión de dichos clubes o selecciones en caso de reincidencia. Qué ironía verdad. El mejor del mundo es adorado hoy por su fútbol cuando muchos de sus colegas de profesión y de etnia en Europa viven y sufren el flagelo absurdo del racismo. Es el curioso color que nos deja el fútbol.


Ricardo Mayorga, ha sido comentarista por doce años de Telemundo, Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles.