Duelo de vanidades

Arrigo Sacchi y Florentino Perez son claros ejemplos de protagonismo.

¿Quién manda hoy en el Fútbol? Buena pregunta que en genérico tendría una respuesta acertada al responder rápidamente con el nombre de Joseph Blatter, pero la historia no pasa por ahí si miramos con detenimiento cada noticia de fútbol que llega desde cualquier lugar del planeta. Hoy la guerra está declarada entre directivos y técnicos y las vanidades de cada bando intentan relegar a los verdaderos protagonistas que son los jugadores.


El fútbol pasa por ellos, pero los grandes partidos se juegan en los escritorios y en lujosos comedores que es donde se define la suerte de los futbolistas. Hoy la noticia vuelve a ser Carlos Bianchi y su nuevo equipo el Atlético de Madrid, una institución histórica de España que desde hace rato perdió importancia por culpa de sus errores administrativos. Regresa Bianchi, pero la otra gran pregunta es si lo dejará trabajar el grupo Gil y su séquito para que el argentino logre con los colchoneros lo que ya antes alcanzó con Vélez y con Boca


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Y es que el deseo protagónico y vanidoso de muchos dirigentes de verse a diario en las noticias los está llevando por el sendero equivocado de querer desde su butaca ser también técnicos y contratar por ellos como si supieran. Zapatero a tus zapatos y cada quien a lo suyo como en la canción Fiesta de Serrat. Pero no. Hoy los Moratti, Gil, Florentinos, Macris, Aguilar y Berlusconis por solo nombrar algunos ilustres son quienes arman los equipos y luego contratan a los técnicos para que ellos se acomoden al gusto directivo de una vanidad personal que por supuesto pasa también por la tentación comercial que generan algunos estruendosos fichajes.


Beckham se paga solo en el Madrid con su venta de camisas y la explotación comercial de una imagen mas cosmética que futbolística y él solo es un ejemplo más de cómo se maneja el fútbol desde Europa y como se intenta vender el molde dentro de una América que quiere seguir los pasos del moderno fútbol del viejo continente. Los ortodoxos se rasgan las vestiduras, pero se van a los extremos y el ejemplo del Manchester United que se niega a su nuevo dueño ya hizo caos con la renuncia de Roy Gardner como presidente y permite que su nuevo y norteamericano magnate coloque a los herederos Glazer en las sillas del más tradicional club inglés de todos los tiempos.


Vanidades y más vanidades. Los de cuello blanco por mandar y los técnicos para desquitarse con sus jugadores. Mourinho hace gala de su despotismo en el Chelsea y actúa como nuevo rico a pesar de todo lo que sabe y de todo lo que se ha ganado. Es el reino de los entrenadores que en algunos casos - no todos por supuesto- pretenden mover a sus jugadores como instrumentos o fichas en un tablero de ajedrez en un deporte que hace rato dejó muy en claro que por su filosofía no puede ser una ciencia exacta.


Es cierto que se requiere mando y orden, pero eso no significa que se castre y se coarte la capacidad de muchos para darle gusto a uno solo y en detrimento del espectáculo. El fútbol a pesar de los técnicos y de los dirigentes siempre pasara por los jugadores y está muy claro que cuando estos no caminan no hay ni técnico ni directivo ni dinero que gane campeonatos. La pirámide debe tener bases y al tope quien sepa manejarla y cuidado que si en algún lugar están aprendiendo de los errores de todos para hacer las cosas bien es en Estados Unidos. No olviden la promesa del 94. La meta es el 2010.


Ricardo Mayorga, ha sido comentarista por doce años de Telemundo, Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles.