No puede ser

No cabe duda que a esta altura del siglo XXI el mundo en todos sus aspectos está de ida, pero algunos desadaptados sociales se empecinan en estar de vuelta. Hemos descubierto en los últimos días que es así y que la evolución social del planeta no existe para algunos pequeños grupos que intentan a las malas regresar en el tiempo y trasladar la humanidad a épocas aciagas cuando aún campeaba el fantasma del racismo. El fútbol vivió su semana triste con este tema y nuevamente se intentó abrir una herida dolorosa.


No puede ser que a esta altura existan esos brotes y que el deporte más popular del planeta sea el vehículo usado por esas mentes retorcidas que aún se niegan a vivir en sociedades normales y civilizadas. El fútbol y la FIFA deben tomar medidas serias en el tema y no conformarse con tibios comunicados que solo expresan preocupación. No. El problema no es que a la FIFA le preocupe, la solución está en las medidas que se tomen para desde la cúpula misma de este deporte frenar la insolencia social.


El fútbol siempre ha sido factor de unión y hasta enfrentamientos políticos han sido apaciguados gracias a la generosidad que transporta este deporte, pero lo visto en España, más exactamente en Madrid cuando el choque entre ingleses y españoles se llevó a cabo el pasado 17 de noviembre no tiene nombre. La Madre Patria quedó mal ante el mundo por culpa de un grupúsculo enajenado de altaneros que pretenden agredir a la humanidad con gritos y murmullos.


El racismo no debe existir en nuestros días y menos en el fútbol por donde han pasado y nos han llenado las retinas con su arte hombres como el mismo Pelé llevado a los altares por un planeta futbolístico exquisito y selectivo que calificó siempre al hombre mas allá de su raza o de su credo. Pelé, Eusebio, Didí, Garrincha, Jairzinho por solo nombrar algunos de los ya retirados y hoy no podemos hablar de fútbol sin referirnos a hombres como Ronaldo, Ronaldinho, Henry, Davids, Seedorf, Vieira, Samuel Eto´o o el mismo Adriano quienes cada semana convocan con su arte para que el mundo los disfrute.


¿Cuál es la razón de este racismo absurdo que peligrosamente se evidencia en algunas canchas del viejo continente? Si somos normales nos quedamos sin respuestas, pero hoy más que nunca debemos actuar en contra de esos brotes que no caben en un mundo civilizado que ya tiene suficiente con sus propios desencuentros.


Castigo para los agresores que deben ser identificados y perseguidos de la misma manera que se persigue y se castiga a las barras bravas y provocadoras de los estadios, castigos ejemplarizantes para los equipos y selecciones que de alguna forma estimulen las arengas y las discriminaciones. Acallar en los medios la voz de los violentos e incendiarios y asumamos desde todos los estamentos un código de ética en donde la premisa sea el respeto. No más llamadas de atención. Es hora de actuar con rigor para cortar el mal de raíz y mañana no tener que lamentarnos.


Me duele por España, porque hablamos el mismo idioma y porque de ellos heredamos nuestras costumbres y nuestra cultura y aunque estoy convencido que no todos los españoles piensan de esa deplorable manera, hoy creo que la FIFA y la UEFA deberían obligarla a jugar lo que resta de su eliminatoria a puerta cerrada para que sientan el castigo y además para que sirva de ejemplo y en el futuro se piense que todos los seres humanos somos exactamente iguales.


Es una lástima que al fútbol vayan algunos a desahogar sus frustraciones. Deberían elegir otro escenario, quizá el mejor de su propia soledad que será al final la única que pueda escucharlos. Mientras tanto acojámonos a la premisa de la comunidad futbolística universal: Fútbol para todos y todos para el fútbol.


Ricardo Mayorga es el primer comentarista de las cadenas Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Angeles.