La explosión de Ramírez

Steve Sampson ofrece las ultimas instrucciones a Guillermo "Pando" Ramirez.

La vida del guatemalteco Guillermo Ramírez ha sido marcada por la osadía. Desde su infancia en la zona portuaria del Atlántico de Guatemala, pasando por sus momentos difíciles en su club Municipal, hasta su explosión de júbilo en la final de la MLS. Entre todos estos momentos podría existir una eternidad, pero para el jugador sería solo un clic en su memoria.


De pequeño sufrió los estragos de una infancia dura, pero de momento el repaso al último año del "Pando" es un álbum de recuerdos. Antes de la final de la MLS, ni el más soñador de sus amigos podría imaginarse que viviría el momento más importante de su carrera.


Hoy él mismo se regodea de la ironía: luego de sus 62 yerros ante la portería rival durante el torneo, consiguió el único tanto del que la gente podrá hablar de aquí en adelante: el del título. El 1-0 ante Nueva Inglaterra tuvo su firma, la misma que quedará grabada en piedra como una cábala: para que el Galaxy sea campeón necesita un gol chapín, ya que Carlos Ruiz graduado de campeón al equipo en 2002.


Y fue un gol inusual, vital y trascendental. Incluso, la prensa guatemalteca -de la que estaba divorciado- bautizó a su gol como "una ejecución a lo Pavel Nedved".


Ramírez, sin embargo, se limita a resumir las distintas situaciones que antecedieron a su gol. "Yo le dije al técnico (Steve Sampson) que me quería ir, que no aguantaba más la banca y él me dijo que me aguantara, que venía algo bueno para mí". Y sin caer en papel de Nostradamus, Sampson fue capaz de predecirle lo que ni él mismo se imaginó, la gloria en un minuto.


Pero más que un cuento de hadas, el papel de Ramírez fue parte de un deseo de reivindicación que explotó en el momento más oportuno para el Galaxy, justo cuando ni los envíos de Hérculez Gómez o bien Landon Donovan parecía que llegarían al fondo de las redes del Nueva Inglaterra.


El "Pando" no venía jugando, incluso en los partidos en San José y Colorado (en el inicio de la postemporada) ni siquiera fue incluido en la lista de cambios, pero su fe nunca decayó. Desde el juego amistoso ante el Real Madrid de España a mediados de julio, el chapín venía jugando a un nivel que no le alcanzaba para arrebatarle el puesto a Ned Grabavoy o bien a Joseph Ngwenya. Pero el fútbol es así, impredecible, y precisamente de esos momentos es que forja su historia como el Rey de los Deportes. Ramírez siempre supo que podía, era simplemente cuestión de convencerse que podía. Al menos así lo dicta su entorno. Hoy, con sus rizos pintados que contrastan con lo moreno de su tez, solamente espera que la suerte del fútbol le ponga una revancha en el fútbol internacional.


Y es que cuando decayó el nivel de la selección de Guatemala, también decayó el nivel de este jugador. Necesitaba este momento para sentirse vivo y para sentir que podía permanecer jugando fuera de su país.


Ramírez vivió un momento similar, cuando en el 2004 ingresó en el segundo tiempo justo para convertir el único gol que le sirvió a Municipal para imponerse 1-0 al Saprissa de Costa Rica y así adjudicarse el cuarto título de UNCAF en su historia.


En esos momentos, el buen mediocampista guatemalteco no atravesaba un buen momento futbolístico, pero el tanto ante los morados fue un revulsivo que lo llevó a conducir al equipo a arrasar 9-2 a su archirrival Comunicaciones.


El "Pando" no fue el mejor jugador del Galaxy, pero por su participación en la final, sí puede presumir que fue el más importante. Al fin de cuentas, en el mundo del fútbol existen dos conceptos: la victoria y la derrota. Y cuando se está apegado a lo primero, los antecedentes no cuentan.


Cristian Echeverría es reportero del diario
La Opinión
de Los Ángeles. Desde 1994 es reportero de fútbol y ha trabajado para varios diarios en Guatemala y El Salvador, así como para la revista
Don Balón
en sus ediciones de España y México. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o de sus clubes.