Honor a quien lo merece

Mia Hamm

Nadie puede creer que sea verdad el retiro de Mia, Julie, Kristine, Briana, Brandi, las guerreras estadounidenses del fútbol, luego de ganar el oro en Atenas.


La historia, los triunfos y el legado de estas verdaderas pioneras del deporte, no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo entero, no se pueden borrar o enterrar en el pasado con un simple ya me voy.


Los Dioses del Olimpo, la deidad del futbol y los genios del estadio tendrán que buscarles un lugar especial en el paraíso del deporte y nuevas descripciones para el concepto de leyenda, para intentar hacerles justicia, por todo lo que estas mujeres, junto a otras que ya han dejado la práctica del futbol, han significado para un deporte, que en su modalidad femenina, navegó por mucho tiempo en los mares de la indiferencia y del escepticismo, además de enfrentar las enquistadas actitudes machistas.


Incluso, hasta la arrogancia y el aire de triunfalismo que acompaña invariablemente a los campeones, pues de esa madera están hechas nuestras heroínas, son elementos que han obrado como un detonante para el mundo del fútbol.


Porque en cada victoria que iban regando por el mundo, que iban sembrando en las competencias internacionales, fueron al mismo tiempo despertando a un gigante dormido, el futbol femenil.


El propio Joseph Blatter, presidente de la FIFA, lo dejó en claro poco antes del Mundial Femenil de 1999, con sede en Estados Unidos: "El futuro del futbol es femenino".


De esa forma el máximo dirigente del balompié en el planeta destacaba que las fronteras para el balompié entre los mortales, en su versión tradicional, ya habían desparecido y la única y verdadera posibilidad de crecimiento y expansión del deporte estaba en las niñas.


Y eso es exactamente lo que ha sucedido en los últimos tres lustros, en que no sólo ha explotado la práctica del deporte entre las féminas del planeta. Además, ya se han creado potencias, rivalidades y niveles de competencia que hasta hace poco no se conocían.


Todo, gracias al movimiento del fútbol femenil estadounidense.


Porque en cada goleada que recetaban estas chicas, dejaban un orgullo herido, un deseo de superación, cuyos resultados ahora se ponen de manifiesto.


Porque ya no sólo es China o Noruega, los animadores de las primeras competencias mundiales exclusivas para mujeres futbolistas.


Hoy, ya vimos como Alemania logra un titulo mundial y cómo Brasil se mete a la disputa de los máximos honores, emulando sus damas lo que los varones han venido haciendo desde hace medio siglo: convertir al mundo en un balón de futbol que dominan a voluntad.


Hoy también se puede hablar de Italia, de Suecia, de México, de Canadá, de Australia, de Nigeria y de selecciones de todas las regiones del globo, en donde el proyecto de fútbol femenil es una realidad.


Gracias a que el Mundial de 1991 fue una promesa cumplida en materia de competitividad, espectáculo y éxito deportivo, algo que fue ratificado en 1999, el fútbol de damas se abrió paso en la arena internacional y se agregó a la agenda olímpica.


Todo eso, es lo que éstas revolucionarias del futbol han logrado, además de sus títulos, sus goles, sus marcas de juegos internacionales disputados y de pasear su enorme calidad por el mundo.


Porque localmente, sus trofeos van más allá de los goles y de las celebraciones triunfales.


Despertaron un interés inusitado entre los sectores de la prensa más hostiles hacia todo lo que oliera a futbol, sin importar el género.


Algunos editores y reporteros estaban en la total oscuridad en materia balompédica y descubrieron el deporte gracias a las mujeres.


Huelga repasar o recapitular todo lo que cada una de estas jugadoras representa para millones y millones de niñas que ahora practican el jueguito éste tan hermoso de las patadas.


Y qué decir de su pasión y su incansable esfuerzo por tratar de instituir el profesionalismo en un país donde todavía el fútbol convencional sigue librando batallas para cimentar su propia liga.


Ciertamente, la liga femenil ya tuvo un despegue fallido, pero es casi seguro que gracias a la tenacidad y al amor de estas guerreras por el deporte, ahora como ex jugadoras, o como embajadoras, en la dirección técnica o como dirigentes, seguirán en la brega hasta lograr que su sueño sea una realidad.


Porque no, ellas no se han ido, siguen para siempre en el corazón de quienes valoramos a plenitud su capacidad como deportistas, su valor como futbolistas, como campeonas, como pioneras, pero sobre todo, como grandes seres humanos.


Rigo Cervántez es un conocido periodista que por más de 20 años ha trabajado con medios de renombre como Televisa y La Opinión. Hoy en día se desarrolla como comentarista en las transmisiones radiales de RadioVisa 830 AM en Los Angeles de los partidos del Los Angeles Galaxy. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer ni de sus clubes.