Gana el fútbol

La pasión que desatan los clásicos en el fútbol siempre dejan secuelas.

Así es ya cada encuentro entre las selecciones de México y Estados Unidos, el 'Duelo de Titanes' como rezaba una promoción televisiva. 'La Guerra Fría', como se titulaba aquel choque en los albores de 2001, cuando el representativo estadounidense llevó al Tri a la gélida Columbus para congelarlo con un claro 2-0.


También se le califica como el 'Clásico de la CONCACAF' y con otros nombres y apelativos que pretenden describir ésta guerra en pantalones cortos entre países vecinos.
Algo que no sucedía, ni por asomo, en aquel 1934, cuando un capricho de los organizadores de la Copa Mundial de ese año, celebrada en Italia, llevó a mexicanos y estadounidenses a enfrentarse por primera vez en su historia.
Fue un juego que sirvió como telonazo a la fiesta italiana durante la segunda cita mundialista de la historia. México y Estados Unidos fueron emplazados para disputar la última plaza de ese torneo, en Roma, como preámbulo de la propia competencia.
La enciclopedia futbolística dice que Estados Unidos marginó a México en el intento por intervenir en su segunda Copa Mundial consecutiva, con una victoria rotunda de 4-2.
Los historiadores y la prensa mexicana justifican aquel tropiezo azteca arguyendo que mientras el seleccionado estadounidense había realizado el viaje a Roma en avión, la delegación mexicana lo había hecho mediante una larga travesía de varias semanas, en barco, con el consecuente detrimento de sus condiciones físicas y futbolísticas.
Las subsecuentes citas entre ambas selecciones nacionales parecieron dar la razón a los mexicanos, que durante varias décadas mantuvieron una vergonzante paternidad sobre el balompié estadounidense, cuya hazaña más notable en la arena internacional vino en 1950 con aquel triunfo de 1-0 sobre Inglaterra, en el Mundial de Brasil, un evento que ya dio motivo a la realización de una película.
La realidad, es que lo que fuera un choque casi insípido entre dos países cuyo fútbol hacía rodar su balón por rumbos diferentes, se ha convertido en un acontecimiento de proporciones gigantescas.
Más allá del resultado del más reciente capítulo, el de éste fin de semana pasado, las implicaciones son múltiples.
Porque ya el choque entre estadounidense ha dejado de ser simplemente un juego de fútbol donde se disputan tres puntos, un trofeo o una calificación.
Así lo demanda la expectativa que produce entre las aficiones de ambos territorios.
Porque en plena Semana Santa, cuando la capital mexicana se convierte en una ciudad fantasma, debido el éxodo masivo de sus habitantes hacia las playas o los balnearios vecinos, se produjo el lleno total con más de cien mil espectadores en el Estadio Azteca.
Luego tenemos el caso de la prensa estadounidense, que a la más mínima insinuación, llena a nuestro deporte de goles con remates insidiosos, tendenciosos y maliciosos o, simplemente, cada que puede, lo golpea con el guante de la indiferencia.
Pero en el caso de la rivalidad creciente entre mexicanos y estadounidenses, casi todos los medios del país han quedado cautivos del clima existente, atizado por toda clase de incidentes extra futbolísticos, como aquella urgencia corporal extrema de Landon Donovan que lo orilló a regar algunas plantas que adornan la cancha del estadio Jalisco, durante un torneo pre-olímpico.
O aquella silbatina, reprobable, en el Coliseo Memorial angelino al himno nacional de Estados Unidos, durante una final de la Copa de Oro, en la década pasada.
Aquel triunfo del equipo de Bruce Arena sobre el de Javier Aguirre que dejó al Tri eliminado durante el pasado mundial y la forma en que Rafa Márquez pierde la cabeza y casi noquea a Cobi Jones con una patada voladora.
Con todos estos incidentes, resultados, ofensas y controversias, hoy por hoy la cobertura de todos los medios del país, goza de inmejorable salud.
En cuanto al resultado, ni México le ha puesto la visa alemana a su pasaporte con el triunfo, ni Bruce Arena ha resignado sus posibilidades de ser el primer técnico estadounidense dirigiendo en dos Copas Mundiales.
La eliminatoria aun tiene una largo recorrido. Ambas selecciones deben librar aún duras batallas antes de cantar victoria. Lo importante, es que el duelo futbolístico entre mexicanos y estadounidenses trasciende las fronteras territoriales, supera los límites futbolísticos y derriba las barreras que algunos sectores pretendían imponerle al progreso del fútbol en Estados Unidos.
Porque, además, interviniendo en duelos donde se produce un clima como el del domingo en el Estadio Azteca, varios jugadores de la MLS, y hasta algunos ya curtidos en lides internacionales, como Claudio Reyna y Landon Donovan, que nunca habían pisado la grama del Coloso de Santa Úrsula, se convertirán en mejores futbolistas.
Y por si todo lo anterior no fuese suficiente, ahora tenemos en la Major League Soccer ese condimento 'mexicanista' que representa la presencia de Chivas USA en la liga, justo en el momento más álgido de la rivalidad mexicana-estadounidense en materia de fútbol, para darle mayor 'sabor al caldo' en la temporada 2005 que ya se inicia.
Rigo Cervántez es un conocido periodista con más de 20 años de experiencia, trabajando con medios de renombre como Televisa y La Opinión. Hoy en día se desarrolla como comentarista en las transmisiones radiales de RadioVisa 830 AM en Los Ángeles de los partidos del Galaxy. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.