Unamos las voces

Por fortuna, hoy no se necesitan 80 días para darle la vuelta al mundo ni tampoco es una obligatoria urgencia el estar presente en algún sitio para hacernos sentir. Gracias al planeta mediático y vertiginoso en que alcanzamos a vivir, hoy en día sólo necesitamos un botón y mucha solidaridad para poder emprender campañas que puedan ser beneficiosas y coherentes con el planeta que nos proponemos.


Miramos hacia la MLS y en su fútbol nos encontramos con nombres y hombres con los cuales, si los aprovechamos un poco más allá de pegarle a la pelota, podremos intentar enviar un mensaje solidario de paz para luchar contra la violencia en el fútbol. Quien mejor que David Beckham o Cuauhtémoc Blanco, Juan Pablo Ángel o Marcelo Gallardo, Guillermo Barros Schelotto, Claudio Reyna o Landon Donovan para firmar una campaña que a nombre de la Liga dé la vuelta al mundo combatiendo la violencia.


El diario Clarín de Argentina lanzó un comercial hermoso pidiendo que se cuide al fútbol por ser de todos, y es cierto. El fútbol no es propiedad exclusiva de la FIFA, el fútbol nos pertenece a todos y por ello debemos comprometernos en cuidarlo y protegerlo. Lo que hemos visto en lo estadios de Argentina, Colombia, Italia, México y particularmente en el resto de América, aunque España no se escapa con sus desadaptados individualizados, debe ser erradicado. El fútbol es una fiesta al deporte y debe ser además una fiesta a la alegría. No debemos permitir más que a los estadios lleguen las turbas enardecidas y resentidas que pretenden utilizar el mejor vehículo publicitario de la tierra para desahogar sus frustraciones.


Y no es querer con ello desconocer la existencia de las desigualdades. No. Todos sabemos y tenemos conciencia madura y adulta de lo que vivimos, pero no mezclemos el deporte, y en particular el fútbol, con elementos cargados con tintas de política o de credos o de razas y, menos aun, no permitamos que las diferencias de nuestros colores dentro del mismo fútbol se expresen con violencia. ¿Por qué no capitalizamos toda esa energía creativa de los cánticos en apoyar a nuestro equipo, en lugar de desgastarnos tratando de insultar al rival de turno? Allí empezamos, con ese ínfimo gesto, a incubar la violencia que parte de la gradas. Apoyemos al nuestro, sin herir al rival, pongámosle el mismo color y colorido a la tribuna, pero sin la ofensa de por medio.


Agitemos la bandera de nuestro equipo, gritemos y cantemos el apellido de nuestro ídolo, pero sin agregar la cuota ordinaria de rencor hacia el contrario. Eso nos haría más grandes y sólidos, y así tendríamos contundentes argumentos para reclamar posiciones si fueran necesarias. Claro que Estados Unidos podría marcar la pauta de esta campaña regalándosela al mundo a través de las grandes cadenas de televisión, pero podría ser sólo el comienzo de una moderna y veloz vuelta al planeta para que en cada país se levante la misma bandera: Fútbol por la Paz y la Paz por el Fútbol.


Los ídolos tampoco son propiedad exclusiva de Hollywood y los ídolos locales también pertenecen y se deben a sus pueblos. Usémonos todos y unámonos todos para salvar al fútbol y aunque sea a intelectuales empellones saquemos de nuestros límites a quienes atenten contra la paz de los estadios. No más tragedias, ni muertos, ni sangre en los rostros ni la triste fanfarria cada domingo de un minuto de silencio.


Ricardo Mayorga, ha sido comentarista por doce años de Telemundo, Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles y colabora con sus artículos en MLSnet.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.