Un homenaje a Diego

El título de esta columna sin duda debería ser la premisa, el objetivo central, más allá de los resultados, que lleven a los albicelestes a la Copa América. Argentina está ilusionada no sólo con su fútbol y sus planes, sino con su equipo que reunió a todos los de Europa y los que fueron necesarios de entre casa.


Argentina quiere ser campeón y quiere recuperar el protagonismo de su zona después de mucho tiempo sin ganar mucho, aunque no podemos pasar por arriba el significado que para la albiceleste tenía y tuvo la medalla de oro olímpica, aquella de Atenas. Esa que le sirvió para que Marcelo Bielsa diera el portazo del ganador.


Por ello, Argentina quiere ganar la Copa América, esa que nunca pudo ganar Diego Maradona y esta misma que desde su nueva obesidad inauguró con un sobrio puntapié sin filigranas que contrastó con la fantasía que logró el mandatario boliviano Evo Morales. El Pibe de Oro se retiró del fútbol sin haber podido ganar el máximo premio sudamericano a nivel de seleeción, el evento más antiguo y respetado del mundo, ese que juegan los equipos de América con el desenfado propio de su sangre y en sus tierras sin los fórceps geométricos del fútbol que esos mismos hombres juegan en Europa con sus clubes.


Esta debe ser la Copa de la verticalidad futbolística, la que nos reenamore del fútbol lleno de pasiones y espectáculo y esa en la que los arriesgados sean los felices ganadores en un mundo en donde hoy todo se juega con miedo.


Sí, con el fatídico miedo al resultado que castra desde la intimidad el fútbol bonito como si no pudieran convivir los dos elementos más felices del fútbol. No sé a quién se le ocurrió poner a pelear los dos conceptos y por esa abrupta vereda caminamos todos como borregos haciendo caso de una frase cliché que no es más que una mentira.


Se puede ganar, jugar bien y dar resultados, y eso no indica que se deba priorizar lo uno o lo otro. Los dos son elementos de una misma familia que deben conciliar conceptos y objetivos en pos de le felicidad masiva.


¿Suena a poesía ? A poesía sí, a verso no. El fútbol desde sus principios es generoso y altanero dependiendo de la circunstancia, pero no debe ser mezquino. Hoy, el técnico argentino Alfio Basile desde la teoría lo pregona, ojalá su discurso corra desde la práctica.


Argentina llega como favorito a esta bendita Copa que llega a su versión 42 después de recorrer el continente varias veces desde hace 91 años y cuando apenas salimos del shock que hace sólo tres días nos dejó la pobreza de la Copa Oro.


Brasil debe ser el gran rival de Argentina y ojalá su cita sea en la final para revivir el duelo del nacional de Lima, ese único choque en las finales de la historia copera que glorificó a la Verdeamarela y deprimió el sentimiento de la albiceleste, hasta allí y por entonces, mejor que los primeros con su fútbol.


Esta vez Uruguay ilusionaba y lo pongo en un pretérito imperfecto por el triste debut ante Perú y la atrevida postura en escena de los incas con su tridente atacante de Europa y un enorme deseo de dedicarse a jugar fútbol.


Ecuador debe ser protagonista por la continuidad y porque su estilo siempre mira para el arco del frente. Colombia con Pinto es solidez, pero será poca fantasía aunque jamás cuando hay espacio se niega al espectáculo. Chile ilusiona, Venezuela crece en el área, Bolivia quiere dejar de ser pobre, Paraguay es orden con la contundencia sorprendente del estilo de Martino y los invitados deben ser atendidos y entendidos como tales. México creció desde que empezó a jugar con Sudamérica y Estados Unidos quiere con su nómina quizá dar sorpresas si se gana y justificar en los nuevos apellidos las derrotas si se pierde.


El fútbol parece vertical y al frente por los jugadores, sus nóminas y sus técnicos. Los cicateros no están en esta Copa llena de atrevidos y de viejos emblemas hoy sentados en los bancos como técnicos. Platini Sánchez, Julio César Uribe, Dunga, y Hugo Sánchez son también el recambio de los técnicos, aunque el ejemplo de atrevimiento ronda en la gruesa tradicional y grave tonada con que truena Basile desde el vestidor de Argentina.
Ricardo Mayorga, ha sido comentarista por doce años de Telemundo, Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles y colabora con sus artículos en MLSnet.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.