Morirse con altura

Hoy más que nunca, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter , hizo que el ejercicio del poder se pusiera tono con los elementos de presión y olvidando su discurso de 1996 en La Paz, cuando juró y prometió que en su administración esa ciudad no sentiría la discriminación por su natural posición geográfica dentro del planeta, el primer mandatario del fútbol en el mundo determinó que la Universalidad del Fútbol no podía seguir siendo y en su primer paso destituyó y descalificó de plano a las ciudades que en el planeta desde su creación o fundación estén ubicadas por encima de los 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar.


Presumo que como Blatter argumentó que era imposible médicamente jugar por encima de esta altura, también tendrá en cuenta para el segundo paso médico a dar, descalificar a las ciudades que excedan el 75% de humedad y las temperaturas que superen los 23 grados centígrados por considerarlas peligrosas para los casos humanos de deshidratación. Y seguramente el tercer paso será el de suspender las regiones del mundo en donde el exceso de frío por la nieve y las temperaturas inferiores a los cuatro grados centígrados atenten contra los futbolistas por estar expuestos a hipotermia.


Porque no puedo creer que solamente se "discrimine" a la altura si hasta ahora no conozco el primer caso en donde a la altura de algunas de las ciudades hoy "parias del fútbol" haya muerto alguien como producto del ejercicio. Hasta donde mi memoria -frágil por cierto- alcanza, las muertes de jugadores se han presentado más en Europa que en Sudamérica y han sido por deficiencias cardíacas que se demostraron en las historias clínicas de esos jugadores cuyo nombre más recordado es el del camerunés Marc Vivian Foe en plena Copa Confederaciones.


Hasta donde entiendo, y luego de algunas muy rápidas consultas con médicos y con la memoria, a las ciudades con altura se van a entrenar los deportistas de alta competencia para poder batir records importantes en el atletismo y en el ciclismo. La oxigenación en la altura permite más competencia si se hace bien la tarea, pero como en este caso son más las influencias que los estudios hechos desde lo científico es entendible que una asociación como la uruguaya recurra con su moción a este tipo de presiones. Eso sí, al juego político de Uruguay se sumó muy bien Argentina y socarronamente sonríe callado Brasil, que también sufre con el tema altura aunque desde lo futbolístico, al menos los dos primeros no deberían tener angustias.


La angustia es de Uruguay, porque Argentina y Brasil son puesto fijo en los Mundiales por Sudamérica, mientras que Uruguay está peleando su entrada siempre, ya sea con Ecuador, Colombia o Chile y fácilmente leyeron que Ecuador ganó muchos puntos en Quito y que esta próxima eliminatoria Colombia pretendía regresar a Bogotá, mientras Perú anunciaba más de lo mismo con su sede inscrita en Cuzco. Por descarte, el miedo tiene nombre propio. Primero le cambiaron en los setenta el reglamento y sin patadas de atrás era imposible. Ahora hay que forzar otra medida y ahí esta ya lista sobre la mesa.


Pero la culpa no es del "chancho" sino de quien le da de comer. La FIFA es la única responsable de la medida adoptada y será entonces la encargada de ratificar o enmendar su propuesta que ya parece legislada y aprobada por el ejecutivo, sin haber considerado siquiera que su determinación deja abierta la puerta de una doble moral contemplativa y peligrosa. A la FIFA no le importa que se mueran jugadores en un Millonarios - SantaFe en Bogota, o en un Bolívar- Wilsterman en La Paz o en un Liga Deportiva Universitaria de Quito contra Barcelona, pero sí está muy preocupada porque de pronto alguien se muera en un Uruguay frente a Perú en el Cuzco.


Con esta medida sólo habría que preguntarle a Blatter qué camisa hay que usar en el fútbol para poderse morir.