Mensaje de paz en medio del horror

Curiosas e increíbles ironías nos permite vivir el fútbol, cuando desde algunas tribunas pequeños grupos de desadaptados pretenden generar miedo y más violencia convirtiendo los escenarios futbolísticos en censurables focos de terror a los que ahora nos daría miedo acercarnos por culpa de dichos personajes que insisten en expresar sus frustraciones en el sitio menos adecuado y solo intentando hallar en la popularidad del fútbol, el vehículo justo para hacer notar sus inconformidades o sus deficiencias.


Los gritos aterradores desde algunas tribunas resentidas con sus propias vidas que cantan más contra las alegrías del rival que a favor de su propias dichas no es más que el síntoma social trasladado a los estadios. Nuestro continente hoy tristemente pasa por ese proceso que pareciera ya superó Europa a pesar de los residuos racistas que ahora combate desde lo legislativo el Viejo Continente. Sería un lugar común mencionar ahora los descalificadores gritos que se profieren en las tribunas mexicanas contra la moralidad -en este caso hombría- de los arqueros de fútbol cuando estos despachan la pelota, o sería insistir demasiado con el tema cánticos si revisamos los "creativos" coros con que en Argentina saludan los fanáticos de "unos" la visita de los "otros".
Será pedir demasiado que no nos metamos más mentiras con la disculpa de que es "un tema cultural" o es "un estilo de vida" el permitir las agresiones. Seamos honestos y reconozcamos que es "falta de educación" o de civismo o de respeto y que quizá a esos personajes jamás les enseñaron que uno de los derechos fundamentales del hombre es el respeto y que "mi libertad termina donde comienza la de mi vecino". Cantemos unidos por nosotros y por nuestros equipos, apliquemos esa creatividad a favor de nuestros bandos y hagamos sentir a los nuestros grandes y a los rivales débiles, pero con la fuerza natural de nuestra inteligencia y no con la provocadora agresión de injuriar apoyado en la "patoteria".
Sigamos los ejemplos buenos, esos que une al mundo, al fútbol, a la paz y que nos marcan aunque sea por pocos minutos. La final y el triunfo de Irak en la Copa Asiática es el mas claro ejemplo de lo que si se puede cuando un país en guerra hacia fuera y hacia adentro, por noventa minutos, arrió las banderas de la política, el culto y el sectarismo para izar el pabellón del fútbol que porto con honor su selección.
Que increíble muestra de unión y que ejemplo de poder y de valores nos dio esta Irak futbolística que unió en 22 hombres a Sunitas, Shiitas, Kurdos y hasta dos cristianos que en menos de un mes lograron convivir por el balón y por su pueblo haciendo de lado sus diferencias de religión de ideología y de costumbres. Un brasileño desconocido en el gran mundo del fútbol fue el genial mago de la película: Jorvan Vieira. Quizá sea solo un nombre más en esta vorágine de noticias y mañana no se sabrá donde estará quien hoy desde Jordania mira a través de un ventanal como el pudo hacer parte de esta historia.
¿Fue Vieira o fue el fútbol? Quizá los dos tengan su crédito en este pasaje en el que los iraquíes le ganaron en noventa minutos la guerra a la guerra. Unieron el país alrededor de la pelota y gritaron unidos por un rato olvidando no solo diferencias sino logrando controlar a los aprovechados provocadores que días antes habían sembrado terror por la misma razón gozosa de un Irak hasta ahí semifinalista. Hoy Irak es campeón de Asia en el fútbol y su equipo de fútbol nos dio una lección de Paz. ¿Suena irónico verdad? Pero fue así. Para que gritarnos e injuriarnos en una tribuna si el fútbol en plena guerra nos dicta un mensaje de paz.
Ricardo Mayorga, ha sido comentarista por doce años para cadenas como Telemundo, Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles. Mayorga colabora con sus artículos en MLSnet.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.