Golear y gustar no siempre van de la mano

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Resulta bastante engañoso el 3-0 con que Boca Juniors le venció al Atlas mexicano la noche del jueves en la Copa Libertadores. Lo anterior no pretende insinuar que el cuadro xeneize no haya merecido los tres puntos que lo encaramaron a la punta del Grupo 3, sino que un resultado un poquito más ajustado reflejaría con justicia lo ocurrido en la cancha de la Bombonera.


Una diferencia de tres goles (sobre todo si el equipo que encajó los tantos no se hizo presente en el marcador) inmediatamente implica una goleada inobjetable. Establece, a priori, que hubo un dominador y un dominado, algo que sencillamente no ocurrió en este caso.


Aferrándose a una ventaja mínima (que llegó, cabe señalar, cortesía de una chambonada ridícula de la defensa rojinegra en un centro totalmente controlable de Claudio Morel) durante 80 minutos, Boca por fin se destapó para establecer el 3-0 definitivo. Sin embargo, antes de que Rodrigo Palacio festejara su segunda conquista de la noche y Martín Palermo marcara su gol 181 con los auriazules, apareció la enorme figura del portero Mauricio Caranta, quien aguantó un feroz asedio mexicano, incluyendo sendos frentazos a quemerropa de Edgar Pacheco y Gerardo Flores.


Además de la solvencia de Caranta, el poste argentino también le impidió a Bruno Marioni, delantero que se consagró campeón del mismo torneo hace un año con los argentinos, igualar la cifra poco antes de ir al descanso.


Los dueños de casa, con un Juan Román Riquelme prácticamente anulado por la custodia asfixiante de múltiples celadores, también perdonaron, sobre todo el colombiano Fabián Vargas, cuando, a los 55 minutos, acarició el arco de Jorge Bava desde una posición inmejorable.


En fin, el gran pecado del Atlas fue su falta de contundencia en el último toque. No jugó un gran partido, pero tampoco lo hizo su rival. La condición de local, el peso de la camiseta xeneize, la viveza de la dupla "Pa-Pa", a eso se debió el triunfo de un Boca Juniors que se lo sufrió todo, aunque el marcador final diga lo contrario.


Un equipo que no dejó dudas acerca de su supremacía fue Nacional de Montevideo, que superó en todas las líneas a Flamenco, endosando una goleada 3-0 a su vecino del Grupo 4.


Basando su estrategia en una feroz marca sobre los creativos brasileños y un ataque sin rodeos, el cuadro charrúa practicó un fútbol efectivo y directo, en un partido que fue catalogado por la prensa local como el "mejor del año" del Nacional.


Luego del gol de la apertura de Richard Morales, a cuatro minutos del intervalo, el Flamenco se auto-saboteó al sufrir las expulsiones de Toró y Leonardo Moura, dejando a los visitantes sin ninguna otra opción que defenderse con todo para evitar la goleada, hazaña que no pudieron lograr.


El Chengue volvió a inscribir su nombre en el tanteador a los 66 minutos, mientras que su compañero en la delantera Bruno Fornaroli selló la fiesta tres minutos más tarde.


El Atlético Nacional también celebró una victoria por 3-0, convirtiendo en víctima al Sportivo Luqueño de Paraguay.


Desde que fue recibido por los 15.000 hinchas presentes en el Estadio Atanasio Girardot de Medellín, el verdolaga estableció su jerarquía sobre un contrincante que, al más auténtico estilo guaraní, apostó por el juego defensivo.


Sin embargo, los cafeteros rompieron el cerrojo paraguayo a los 21 minutos. Un pelotazo de Humberto Mendoza llegó hasta el área visitante, donde Carlos Villagra y Sergio Galván despistaron a sus marcadores con un buen toque y este último definió acertadamente ante la salida del cancerbero Enrique García.


Los dueños de casa fueron a los camarines con mayor tranquilidad, ya que, a dos minutos del descanso, Villagro superó en el aire a todos y cabeceó hacia el fondo de la red para el 2-0.


Ni los 15 minutos de receso quitaron el ímpetu a los dueños de casa, que regresaron al campo de juego recargados y dispuestos a abultar la cifra. Sin embargo, sus ganas no se tradujeron en más goles durante gran parte del segundo tiempo, ya que se toparon con una defensa atrincherada en su zona.


La ambición del Atlético pagaría dividendos a nueve minutos del final, no obstante, esta vez mediante el suplente Carmelo Valencia, quien, habilitado magistralmente por Galván, dio la estocada final al Sportivo Luqueño.


Con este resultado, los cafeteros asumen el liderazgo del Grupo 7, con igual número de puntos (4) que Sao Paulo pero con una mejor diferencia de goles.
Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.