El sagrado derecho a lesionarse

No quiero comenzar como defensor de oficio de un auténtico señorito inglés, pero de verdad es hora de empezar a ver las circunstancias y los temas que rodean la salud de David Beckham en la perspectiva real y sin atentar contra el sagrado derecho del jugador, como de cualquier ser humano, a lesionarse o a sentirse enfermo. El hecho que se gane una millonada no quiere decir con ello que no tiene derecho a una "gripe" o a un tobillo hinchado.


Aun recordamos el doloroso momento de la lesión en aquel partido de Inglaterra frente a Estonia y mucho más cuando el gran David había regresado a la selección de su país por la puerta grande y reclamando una posición apoyado por su rendimiento y por el gran momento que vivió al final de la liga española.
Hoy no podemos olvidar que la gran levantada de Beckham fue la que ayudó a coronar a un Madrid que lo rodeo desde la trinchera de los jugadores que además terminaron por convencer a Capello de la importancia del inglés no solo como jugador en el campo sino como hombre y amigo fuera de él. El rendimiento de Beckham, su capacidad como profesional, su actitud como señor, su comportamiento como compañero y amigo obligaron su regreso a la selección reclamado a gritos por la prensa británica que muy bien oyó el técnico Steve Mclaren para repatriar al ídolo.
Por eso hoy es tiempo ya de permitirle a Beckham su tranquila recuperación para que pueda sin presiones comerciales ni mediáticas hacer parte su nuevo equipo galáctico. Este si es galáctico de origen y no producto de la fantasía vendedora del Madrid de entonces. Se llama Galaxy de ahí su denominación en español. Quizá la anterior pueda ser una salvedad que sobre, pero como estamos en horas puntuales, es mejor dejar todo en el claro blanco y negro de la hoja editorial. Beckham debe recuperarse tranquilo y si de paso debe sacrificar un viaje para poder adelantar su recuperación que lo haga sin miedo a las ventas de boletos que con su nombre se hicieron para su llegada a la MLS.
¿Cuantos de nosotros muchas veces no compramos un boleto para ver aquel quinteto famoso del baloncesto americano de los noventa llamado Bulls y que fue la insignia de Chicago encabezado por Jordan? ¿Y cuantas veces el gran Michael no pudo jugar por estar golpeado? Nadie entonces dramatizó. Esa es la suerte que se corre cuando jugamos a las pre ventas en el deporte. Corremos riesgos y el aficionado lo sabe. Es parte del espectáculo y no por ello podemos empezar a descalificar al deportista. Beckham ha demostrado a lo largo de su carrera ser un señor en vertical y jamás se le ha acusado de indisciplina o de falta de profesionalismo. Incluso lo vimos más de una vez en el Bernabeu, perfectamente mudado al lado de su madre en la tribuna, observando los partidos del Madrid cuando el caprichoso Fabio, muy italiano él, decidió separarlo del plantel por el solo hecho de haber cumplido rigurosamente su contrato.
Ahora más que nunca hay que apoyar al ídolo y enseñarle que este es un país de aficionados civilizados en donde el fútbol es un deporte que lo juegan y lo ven personas decentes y no los tristes "hooligans", ultras o barras bravas de otras épocas y meridianos. Que el Galaxy juega mal. Es cierto. Pero eso no es culpa de un Beckham futbolísticamente ausente. Juega mal porque está mal puesto en la cancha y porque a su técnico le quedó grande el vestido de entrenador. Con esa nómina ya era hora de que el camino fuera diferente. Usted , David, recupérese con calma que cuando salga a escena sea de verdad y este listo para darnos el fútbol que le conocemos. No más presiones de aficionados y televisoras. El show mediático también puede esperar.
Ricardo Mayorga, ha sido comentarista por doce años para cadenas como Telemundo, Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles. Mayorga colabora con sus artículos en MLSnet.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.