El pecado de Zinedine Zidane

Zinedine Zidane dejó una imagen para la posteridad: su camiseta número 10 desapareciendo del estadio de Berlín con el trofeo de la Copa del Mundo a su espalda, que en ese momento no tenía destino.


Su cabezazo contra el pecho del defensor italiano Marco Materazzi, que le valió la expulsión a manos del argentino Horacio Elizondo, no solo dejó fuera del partido más importante del torneo, al jugador más importante del mismo, sino que también abrió un debate sobre si un minuto es más importante que una vida entera.


Su salida fue irónica, grotesca, desastrosa, y tal vez inexplicable, al menos para toda la gente que gusta del buen fútbol. Pero aunque las críticas sobre el 10 francés han hecho eco en varias partes del mundo, aún sin saber la semejante provocación que le hizo el contrario, precisamente, un jugador que tiene fama en su país, provocador, quizá la no obtención del título para Francia ha acrecentado el incidente que no deja de ser un referente del fútbol mundial a partir de ahora. A una acción, siempre habrá una reacción.


Zidane no tendría una excusa que le valga para semejante acción, pero tampoco nadie puede tener duda que ese tipo de incidente, por más que haya sido en un momento clave, sería una razón lógica para poner en duda lo que Zinedine ha significado para el fútbol mundial. Al jugador galo solamente le falta que lo crucifiquen luego de su falla.


Muchas han sido las teorías que pueden justificar al 10 galo, ya que pocas veces se ve tanta ira en un jugador que se ha caracterizado por ser afable y caballeroso dentro del terreno de juego.


Al ex jugador del Real Madrid nadie le puede discutir que fue protagonista del fenómeno de cambio que sufrió el balompié galo, y que concluyó con las obtenciones del Mundial de 1998 y de la Eurocopa 2000.


Zidane, simplemente, fue el último mago del fútbol moderno. Aún sin lograr las maromas acostumbradas del astro del Barcelona, Ronaldinho, el francés sí demostró lo que significa que un jugador pueda entender centímetro a centímetro el terreno de juego, y que el idilio con balón no es algo del pasado. Zidane fue una copia de su compatriota Michel Platini, con mejorías a la época que se vivía.


En la gira madridista por Estados Unidos en el 2005 fue un deleite para todos los aficionados el show de Zidane, quien caminando o corriendo sabía que podía hacer girar un equipo a su alrededor, aún y cuando estos fueron jugadores de primera calidad.


Nadie puede poner en tela de duda que un incidente de este tipo por el contexto en el que se llevó acabo será recordado como un ejemplo de insensatez, pero basta con resumir que hasta los magos tienen derecho a sus deslices.


Primero, si se comprueba la gravedad de las palabras de Marco Materazzi, también habría que pensar sobre si la sanción también tendría que incluir al defensor italiano.


Zidane tiene poca razones para avergonzarse, porque un momento de desconcentración no puede arruinar una carrera histórica. Lo que sí es cierto es que hasta el mago más grande tendría un momento de oscuridad


Cristian Echeverría es reportero del diario La Opinión de Los Ángeles. Desde 1994 es reportero de fútbol y ha trabajado para varios diarios en Guatemala y El Salvador, así como para la revista Don Balón en sus ediciones de España y México y colabora con sus artículos en MLSnet.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.