Ochenta mil espectadores confirmaron una vez más, en el estadio de Los Gigantes, el interés de los aficionados por el fútbol. Fue una jornada histórica, de las que muy pocas veces se han visto en la zona, con la presencia del más joven de los integrantes de la MLS, los Red Bulls, que cumplieron un dignísimo papel, frente a uno de los equipos más importantes del mundo.
El Barcelona llevó a cabo una escala más en su Tour 2006 y recibió la ovación permanente de los aficionados, que disfrutaron del espectáculo y se fueron entusiasmados con la posibilidad de ver nuevamente en acción a éste y otros equipos de gran jerarquía y cotización.
Nadie pretende comparar, sería imposible hacerlo incluso por las cotizaciones abismalmente superiores de los jugadores del equipo catalán, pero Red Bulls entendió a la perfección su papel de anfitrión y tanto dentro como fuera de la cancha, quedó claro que el desarrollo del fútbol en los Estados Unidos sigue viento en popa. Jugadores, entrenadores y periodistas europeos, se fueron con la convicción de su buen juego, pero además, concientes de que en un futuro, no muy lejano, y en la medida que se realicen algunos cambios que permitan contrataciones superiores, no será extraño ver a los norteamericanos conseguir éxitos en las competencias continentales.
Barcelona mostró sus figuras, desde luego que en plena pretemporada, acelerada por el inminente comienzo de la actividad local oficial en España, y aunque no brillaron, salvo algunos pasajes del brasileño Ronaldinho y del joven argentino Lionel Messi, quedó claro la capacidad individual y colectiva de los dirigidos por Frank Rijkard, que seguramente volverán a ser protagonistas en su país y en las Copas Europeas que intervienen.
También quedó claro que no todos sus jugadores están en el mismo nivel ni de preparación ni de capacidad técnico táctica en el Campeón de la Champions League, y que evidentemente, como en todos los equipos del mundo, hay titulares y suplentes.
Y cabe resaltar como corresponde el gran trabajo de los muchachos locales, especialmente en el primer tiempo, donde con gran sacrificio, pero sin colgarse de su arco, le jugaron por momentos de igual a igual a los visitantes, con un fútbol rápido y con mucha sorpresa, consiguiendo un empate, premio de ese estupendo trabajo. En ese aspecto, la labor del portero Tony Meola fue excepcional y el debut de Dema Kovalenko fue también realmente muy bueno, a lo que se sumó un Djorkaeff con muchas ganas, un Amado Guevara que quiso siempre y un Edson Buddle que demostró estar otra vez en un excelente nivel. Si se analiza el rendimiento de los dirigidos por primera vez en el campo por Bruce Arena en la etapa inicial, debemos coincidir que sus posibilidades en la actividad local siguen aumentando de cotización.
Barcelona solo pudo desequilibrar con algunos acciones individuales, especialmente de Ronaldinho, muy suelto, sin marca, sintiéndose como el pez en el agua, porque también es justo decirlo, Red Bulls dejó claro que no utilizaría las infracciones como arma para contener al rival, siendo incluso los visitantes, quienes en alguna oportunidad, golpearon con algún exceso, ante la pasividad y discretísimo trabajo en todo aspecto del juez del compromiso, Kevin Stott, quien pareció incluso respetar demasiado a los jugadores del Barcelona y ni hablar de los colaboradores, que por lo menos en la etapa de apertura, tuvieron enormes problemas para sancionar correctamente los fuera de lugar.
El segundo tiempo fue totalmente diferente. Barcelona realizó nueve variantes, y desde luego que Red Bulls no podía actuar de la misma manera. Allí sí, se estableció un monólogo prácticamente de los visitantes y el público que los vino a ver en acción, disfrutó del show, hasta el final del encuentro.
Una noche para el mejor recuerdo, para disfrutar y sacar muy positivas conclusiones, no solo de la habilidad individual o del talento de Ronaldinho y compañía, sino de un espectáculo de dos equipos, que en la medida de esa respuesta de los aficionados, es muy posible que se vuelva pronto a repetir.
