Fútbol de Farmacia

MIAMI - Se jugó una fecha más de la eliminatoria camino del Mundial y en ella el fin de semana comulgamos casi todos dentro de muchos rincones del planeta. Atracción sin duda fue el juego de Argentina no-solo por el debut con triunfo holgado del técnico Pekerman sobre Uruguay en la zona suramericana, lo mismo que la interrogante abierta que sigue siendo en Europa una selección como Francia que a duras penas empató en casa sin goles frente a Irlanda mientras Inglaterra logró un triunfo por dos a cero ante Gales y España con un segundo tiempo efectivo logra vencer 2 a 0 a Bélgica. En la Concacaf la historia sigue acompañando los buenos resultados para el equipo de Estados Unidos que con rivales más difíciles demuestra su supremacía futbolística en el área. Pero más allá de todos los resultados y de los rendimientos que van a dar de que hablar por más de ocho días, el escándalo de la semana llegó por cuenta del técnico francés Arsene Wenger timonel hoy del Arsenal y quien puso el dedo en la llaga de una realidad que ya no se puede esconder más en el mundo del fútbol.


Diríamos el bajo mundo del fútbol, porque las denuncias de Wenger salpican seriamente a muchos aunque dentro de su flemática manera de hablar el estratega eludió quizá por ética apellidos directos y conocidos ligados con el fútbol. Se recrudece con las frases de Wenger el tema del dopaje en el fútbol y en su escueta charla en Bruselas no tuvo temor para anotar que algunos de sus futbolistas -hoy estelares del Arsenal- llegaron al equipo de Highbury con síntomas claros de haber usado la famosa hormona denominada EPO en el lenguaje de la medicina deportiva.


Y es que la EPO para ser concretos es justamente una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos que transportan el oxígeno y que es principalmente segregada por el riñón. Quizá Arsene Wenger pretendió llamar la atención de las autoridades, pero más allá del hecho creo que invita a una sana reflexión que debe partir de la autocrítica dentro de los propios clubes y especialmente en el entorno directo que atañe a los departamentos médicos.


Quienes son los culpables. Inicialmente partimos de tres lógicas opciones: el futbolista en primer término, el médico en segundo orden y el equipo como tercera opción. El futbolista porque su nivel de exigencia en un torneo en donde se le obliga a jugar un promedio de 80 partidos por año, lo lleva a tomar esta decisión pensando sin duda en su titularidad, en su rendimiento y en su compensación de orden económico porque son deportistas profesionales.


Los médicos porque de ellos depende la recuperación del jugador cuando este se lesiona si lo miramos en el ámbito curativo, pero si lo revisamos a nivel preventivo es muy posible que el jugador pueda ser inyectado sin saber en realidad de que y allí pueden aparecer en su organismo las sustancias prohibidas que luego determinan la actitud legal de dopaje.


Y la tercera opción cuando hablamos del equipo -entiéndase dirigentes- porque ellos son los dueños del capital activo de la empresa que son los jugadores y a ellos atañe directamente el precio del jugador en el mercado futbolístico. Una lesión prolongada puede devaluar al extremo el precio de un jugador por su inactividad y por su lógico posterior rendimiento.


Por allí pueden pasar las responsabilidades del doping en el fútbol que al final no son otra cosa que el resultado de una gestión que ahora apenas se empieza a corregir con la recalendarización internacional de este deporte que desdichadamente hasta ahora ha pensado más en el dinero que en los propios jugadores. No es una excusa, pero sí vale la pena encontrar una respuesta al por qué de este fenómeno que no es nuevo ni exclusivo del fútbol.


Quedan en el tintero más que preguntas una enorme necesidad de respuestas que nos recuerdan la frase del técnico Checo Zdenek Zeman quien desde 1988 estando dirigiendo la Roma de Italia nos invitó a sacar el Fútbol de las Farmacias.


Ricardo Mayorga es el primer comentarista de las cadenas Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Angeles.