El adiós de un grande

La grandeza de alguien quizá solo se mida en la vida por su ausencia, cuando se le extraña y cuando definitivamente no está más y el fútbol no se sustrae de emociones tan terrenales y mucho más cuando alguno de los grandes anuncia su retiro. Hoy le tocó el turno de colgar las botas a Gabriel Omar Batistuta, el estelar centro delantero argentino que hizo una época en Europa especialmente con la Florentina, pero más allá de ello fue el emblema del ataque de la selección Argentina desde los comienzos de los noventa.


Así como se fue del fútbol Pele o como luego dejo de jugar Maradona o el mismo Francescoli y al final en la MLS le dijo adiós al fútbol el Pibe Valderrama pensando solo en los de América y sin pasar por arriba hombres en la historia como DiStefano, Puskas, Sekularak, Cruiff y Beckembauer por solo nombrar algunos del viejo continente, así empieza desde ahora a matricularse en la historia el nombre de Batistuta. Controvertido en muchos casos por si era técnico o no, el mismo se encargó con su potencia dentro del área de callar las voces que en algunos casos gritaban en su contra.
Terminó con el retiro del Bati la vieja polémica de si podía o no compartir ataque con Crespo al frente de una selección que le quedó debiendo al goleador un título del Mundo. Su mejor momento con la albiceleste quizá nos lleve en el tiempo a la Copa América de Chile en 1991 cuando compartió delantera con Claudio Caniggia y arrasaron como quisieron a cuanto rival se puso por delante.
No solo fue el jugador de fútbol sino el señor. Evitó siempre la polémica y fue de los pocos que pudo superar los odios que provoca en la Argentina el haber vestido las dos camisas más tradicionales como son River y Boca, Y es que Batistuta siempre fue sinónimo de gol y sus números no mienten. Trescientos cincuenta y cinco goles en su carrera como profesional y 56 de ellos con su selección en 78 partidos jugados con la albiceleste.
Manejó la potencia en su botín derecho como pocos e inclusive en su país se le comparó en más de una ocasión con un histórico como Sanfilipo. A Batistuta no se le podía regalar un centímetro dentro del área porque lograba aprovecharlo y quizá la mejor manera de marcarlo siempre fue a la vieja usanza del central que lo esperara de frente para no cederle espacio en el remate. Y ni hablar del fútbol aéreo. Era cabeceador natural y su habilidad para el desmarque le garantizaba ventaja en los balones cruzados.
Se fue otro grande de las canchas y de verdad lo extrañaremos aunque hace dos años eligió para estudiar su retiro las alejadas gramillas de Qatar en donde al final y por lesiones que creo eran más del alma que del cuerpo, prefirió el golf por encima del fútbol. Lo sedujo el dinero y siempre fue un gran negociante de su futuro. Europa se rindió a sus pies cuando vestido de viola en la Florentina era una máquina inagotable de goles en el Calcio. Hoy no está más de cortos y quizá su emblemática imagen similar al Cristo que nos vendieron en los textos empiece un nuevo andar por el mundo de pantalones largos.
Hasta Luego Batistuta. Sus goles nos quedarán en la memoria y su impecable carrera será ejemplo para nuevas generaciones y para esta que crece hoy con el recuerdo aun fresco de sus goles y partidos. Un escueto anuncio de solo quince palabras desde el Medio Oriente anunció su retiro. Él no tenía ni quería decir mucho más porque para hablar o escribir de él se encargará la historia.
Ricardo Mayorga, es el primer comentarista de las cadenas Univision y Telefutura en Estados Unidos además de periodista sindicado de radio y columnista de periódicos como Triunfo en Atlanta, El Tiempo Latino de Washington y HOY en Nueva York, Chicago y Los Ángeles.