La propia historia del fútbol está marcada de cambios. En la medida que la sociedad ha ido evolucionando, también los deportes se adaptan a las nuevas generaciones. Bastaría con mirar la vestimenta de los futbolistas de hace cincuenta años a hoy, para darnos cuenta de cuánto y cómo se ha cambiado.
Basta con mirar el entorno de los partidos, los
estadios, para darnos cuenta cuan diferente es el
margen que tienen hoy día, donde escenarios modernos y
de fácil acceso, algunos de ellos inclusive con aire
acondicionado, techos y campos que se adaptan a las
circunstancias, reciben miles y miles de personas que
disfrutan cómodamente instalados las incidencias de
cada juego.
Desde luego que eso no sucede en todos los países,
pero esa es otra historia que va de la mano con la
estructura y desarrollo económico de cada uno y nada
tiene que ver con el deporte en sí ni con las
posibilidades que los tiempos modernos brindan.
Todo eso es magnífico y ha servido, mucho más allá de
los inadaptados que siempre existen en todos los
órdenes de la vida y que generan problemas, no sólo en
el deporte, para entusiasmar aún más al aficionado a
presenciar los diferentes torneos y dejar un poco de
lado la bendita televisión, monstruo que amenaza con
la frialdad de estadios vacíos, sin uno de los
elementos fundamentales, las parcialidades.
En esa medida, todos de acuerdo, o por lo menos este
periodista deportivo que jamás se ha opuesto a las
mejoras. Un ejemplo claro lo tuvimos con el comienzo
del fútbol profesional en los Estados Unidos, o por lo
menos con el arranque de la única Liga Profesional en
serio, en mi opinión que ha tenido este país, la MLS.
Se intentaron algunas variantes que no fueron
aceptadas, ni por el público ni por los jugadores y
poco a poco se volvió al libreto original, en una
medida realmente inteligente. Pero aún en la
discrepancia, fueron variantes que se intentaron
buscando una adaptación a un medio realmente muy
difícil de complacer, donde muchas veces el show es
más importante que el deporte en sí.
En lo que de ninguna manera estamos de acuerdo es en
los cambios de estructura, en modificar la base de un
fútbol de más de 100 años, que desvirtuando su
esencia, estaría irremediablemente condenado al
fracaso. Afortunadamente aquellos que pregonaban en
determinado momento por la eliminación de la regla del
fuera de juego, o más aún, que hasta llegaron a proponer
agrandar los arcos, o realizar los saques de banda con el
pie, se han calmado. Si quieren inventar otro deporte,
no nos oponemos, pero que no se trate de matar al
fútbol, como universalmente se conoce.
Y otro tema, de gran relación con los cambios y que ha
generado otra gran discusión, es el arbitraje. El juez
es un ser humano y en esa medida, debe siempre
permitírsele un margen de error. Pero ese error, es
parte de juego mismo y no queremos perderlo, porque
traslada la discusión, el entusiasmo, el comentario,
la pasión de la tribuna, prolongando la misma hasta el
próximo encuentro de cada equipo. Siempre y cuando las
equivocaciones sean producto de errores visuales o de
apreciación, deberán seguir siendo parte de este
deporte. No queremos cosas perfectas, ni triples
jueces, ni un árbitro dentro del arco, ni mucho menos
colocarle un artefacto electrónico dentro del balón,
para que suene cada vez que la pelota traspase la
línea del arco. Hay al respecto muchas opiniones
diferentes, incluso de expertos como el ex árbitro
internacional argentino Javier Castrilli, una
eminencia en este aspecto, quien piensa que en la
medida que se eviten equivocaciones, todo vale.
Personalmente sigo pensando que cuando un juez tiene
capacidad y honestidad, es muy difícil que incida en
el desarrollo de un partido.
Hace un tiempo atrás, alguien con muy poco
conocimiento de la idiosincrasia de este deporte,
aunque posiblemente con habilidad en mercadeo, tuvo la
infeliz idea de parar los partidos antes de la
ejecución de cada tiro de esquina, a efectos que la
televisión pasara sus comerciales, lo que hubiera
significado una catástrofe. Esa medida le estaba
quitando todo el calor, entusiasmo, entrega que cada
jugador pone, luchando con todas las armas a su
alcance por lograr la victoria. Hubiera convertido el
fútbol en un ensayo de una obra de Broadway,
inaceptable desde todo punto de vista.
Dentro de apenas semanas, la temporada de la MLS nos
regalará un año lleno de incertidumbre en cuando al
resultado. Todo apunta a que los nuevos clubes serán
la gran atracción y aquellos que cumplen sus diez años
y no han logrado hasta ahora el triunfo, saldrán
dispuestos a llegar por primera vez a la cima.
Disfrutemos de este maravilloso deporte como ha sido
siempre, sin inventos, que de acuerdo a estadísticas,
nadie quiere ni acepta.
Robert Sierra, compartiendo la conducción del programa "Sólo Fútbol" y en las transmisiones radiales del MetroStars por Radio WADO en Nueva York, es un periodista con años de experiencia en Uruguay y en los Estados Unidos. Si quiere hacerle algún comentario, escríbale a Sierramls@yahoo.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.