Bradley pagó sus propias culpas

El proceso Bob Bradley, que arrancara hace casi tres temporadas, llegó a su fin con su destitución como entrenador de MetroStars.


Hemos dicho siempre y lo mantenemos, que los técnicos deben tener un plazo prudencial para establecer y llevar adelante su propuesta en el orden técnico táctico. Quizás Bradley debió culminar la temporada, llegar hasta el fin para allí sí establecer un balance de sus aciertos y errores. Lamentablemente, los resultados forzaron al presidente de los góticos, Alexi Lalas, a tomar la decisión tres encuentros antes de culminar el tercer año del entrenador al frente del equipo, aunque ya se anticipaba y se aseguraba su salida.
Bob Bradley pasa de esta manera a engrosar la larga lista de técnicos, algunos de gran nombre, que han pasado sin pena ni gloria por la institución, sin dejar absolutamente nada, con el agravante, que casi ninguno de los anteriores, dispuso del tiempo y la tranquilidad que se le brindaron al último conductor de Metros.
La continuidad que reclamamos no es por capricho, sino para permitir que paulatinamente, se vayan afirmando los conceptos del técnico, se trabaje durante más de una temporada con los mismos jugadores y se establezca una base sólida en la columna vertebral del equipo. Cuanto más tiempo tengan juntos, mejor es el funcionamiento colectivo que se logra, es el razonamiento más simple al respecto, pero quizás debería establecerse los contratos de varios años, con una evaluación anual de cómo está funcionando dicho proceso.
En el caso de Bob Bradley, el técnico que saltó al escenario local con muy buenos antecedentes y pareció apostar a los jóvenes por encima de las figuras, no pudo nunca dejar claro cuales eran sus propuestas, ni siquiera establecer quienes deberían ser los titulares y quienes los suplentes, lo que resulta decisivo para alcanzar la meta en materia futbolística. Desde luego que existieron circunstancias que obligaron a realizar variantes, pero también es tan viejo como el propio fútbol, que para sustituir un jugador, nunca debe modificarse la estructura general. Sale uno y entra otro, en la misma posición y sin cambiar de puesto a ninguno de los otros futbolistas.
En el caso de Bob Bradley, sus propias dudas lo llevaron al fracaso. La defensa, más allá de los nombres, no funcionó ni con cuatro jugadores en línea, ni mucho menos cuando intentó jugar con tres y dos carrileros volantes en algún encuentro de la temporada anterior. Es difícil establecer hasta dónde la culpa es del entrenador, pero en ese caso sí es de su absoluta responsabilidad la elección de los futbolistas, que deben interpretar su plan de juego.
Es también regla general en este deporte, armar un equipo de atrás hacia delante y colocar en puestos claves a jugadores con experiencia y personalidad. Otro de los errores que mantuvo contra viento y marea el entrenador fue apostar a algunos jóvenes que aún no estaban preparados, por ejemplo, para ocupar como titulares un puesto tan difícil como el de cuidar el arco del conjunto rojo y negro.
Desde luego que el fracaso no es exclusivo del técnico. Los jugadores no le respondieron a su esquema de juego, pero también es tan viejo como el fútbol, que cuando se pierde, es mucho más fácil cambiar al conductor y no a todo el plantel.
Quizás Bradley debió reaccionar a tiempo, luego de no haber conseguido resultados en los dos primeros años y darse cuenta de algunos padrones fundamentales en el fútbol. Un buen arquero, un volante tapón delante de los cuatro del fondo, que evite los permanentes mano a mano de los zagueros con los delanteros de punta rivales, si se juega con línea de cuatro, que religiosamente debe achicar el terreno, intentando llevarla prácticamente a la mitad de la cancha y de manera especial, utilizar mejor los espacios, jugar por las puntas y por bajo, y lo menos posible, terminar las jugadas con centro en diagonal, que generalmente, terminan en la cabeza de los defensores rivales. Y quizás realizar también un mayor esfuerzo en prepara jugadas de pelota quieta o como ejecutar los tiros de esquina.
Y podemos destacar todo lo anterior, porque lo hemos venido marcando a lo largo de los tres años del trabajo, en eso no quedan dudas, aún en el error, del técnico saliente.
Es posible también, que el libreto de Bradley, como de la mayoría de los técnicos norteamericanos, más afiliados al pelotazo, a la rapidez, que en ocasiones se confunde con apuro, casi prescindiendo de los habilidosos, para dar paso a una maquinaria estilo robot de tocar y correr, sea un poco el común denominador de un fútbol que en ese aspecto necesita una revisión. Y no se puede poner como ejemplo la selección de Estados Unidos, porque allí juegan, no solo los mejores, sino que la gran mayoría tiene el mismo concepto futbolístico y por encima de todo, conocen a la perfección lo que el técnico, a lo largo de tantos años, ha establecido como sus principales argumentos.
A Bradley, aún con sus títulos locales, le faltó experiencia internacional, no se dio cuenta aún, que toda conquista parte de la base de establecer un grupo humano, sin el cual rara vez se gana nada, en fútbol y en cualquier orden de la vida. Quizás debe aprender a escuchar a quienes llevan una vida cerca de este deporte, es posible que con otro libreto, pero con la propiedad de varias décadas de experiencia en los Estados Unidos y en el mundo entero.
Y es muy posible también que este cambio, un poco forzado por las circunstancias, le llegue de maravillas para hacer un balance de los aspectos positivos y negativos y seguramente en ambos, encontrará un rico material para continuar adelante con su carrera.
Se fue Bradley, esperemos que como siempre, todo sea para bien. La salida de un entrenador siempre es difícil cuando no se puede levantar una Copa. Bob no lo consiguió y se equivocó, en mi modesta opinión en varios aspectos, pero no solo el técnico ha sido el responsable de resultados negativos en los últimos tres años.
Quizás este cambio le ponga a los jugadores la presión lógica que supone. Tal vez con algunos cambios tácticos e individuales, se alcanzará un mejor nivel futbolístico, que por supuesto, se hace imprescindible en MetroStars.
Robert Sierra, comparte la conducción del programa "Sólo Fútbol" y en las transmisiones radiales del MetroStars por Radio WADO en Nueva York, es un periodista con años de experiencia en Uruguay y en los Estados Unidos. Si quiere hacerle algún comentario, escríbale a Sierramls@yahoo.com. Este artículo no fue sujeto a la aprobación de la Major League Soccer o sus clubes.